lunes, 28 de marzo de 2011

Vidas embragadas

Cotidianamente acudimos a metáforas para representar nuestra realidad, es decir, utilizamos términos característicos de una cosa para representar otra. Una de las metáforas utilizadas en la vida cotidiana es la vida es un camino, y ligada a esta metáfora va a estar  el hombre es un vehículo, metáforas con las cuales llegamos a la conclusión de que el hombre-vehículo transita por la vida-camino. La utilización de esta supra-metáfora se puede ver cuando decimos frases como “frená un poco”, “te vas a llevar una pared por delante”, “estás acelerado”, entre otras. Teniendo en cuenta lo anterior, voy a utilizar esta metáfora tan útil y dúctil para reflexionar acerca de la sociedad actual en la que me incluyo.

El ritmo de vida se ha acelerado y acompasado al tráfico cotidiano. La gente anda atropellándose pues nadie repara en el de al lado; se prende a la bocina cuando se enlentece el paso ya que es mejor escandalizarse en la cola del supermercado que cultivar la paciencia,  todo es mejor si se llega rápido aunque no se respeten los límites de velocidad (como pasa en ciertos lugares de poder donde llegar a la cima es el único objetivo sin tener en cuenta las consecuencias que puede provocar), etc. Todo marcha como en hora pico: estresantemente.

Los pedales.
Observando un poco alrededor, he podido darme cuenta de que las personas sólo utilizan dos de los tres pedales en los autos: acelerador y embrague. Ese tercer y tan útil pedal, el freno, no está en la mente de quienes no tienen tiempo para perder en esta vida, ellos simplemente embragan en las esquinas y aceleran en el resto de los caminos, sobre todo cuando observan la luz amarilla que se desesperan por no tener que recurrir al pedal del medio. Las personas vivimos embragando, no frenamos del todo, sino que tomamos la precaución para mirar, pero no nos detenemos a ver. Queremos llegar rápido a todas partes, pretendemos que todo sea instantáneo y sin necesidad de bajarnos de nuestras comodidades, por eso escogemos los autoservicios hasta para comer. Pero volviendo a los tres pedales, a continuación observemos una pequeña descripción de sus usos y abusos en nuestras vidas.

El acelerador. Este pedal es el que más conocemos, al principio lo tratamos con respeto, pero después nos domina. La urgencia se nos impone y ahora hasta los más pequeños están mamando esta filosofía de vida. Si pasa algo, mejor seguí, no te detengas, no sea cosa que te veas involucrado en algo y tengas que dedicarle un poco de tiempo a ese algo que no te incumbe. El acelerador se aprieta cuando se pasa cerca de zonas indigentes, cuando un niño pide una moneda, cuando se recibe un llamado de auxilio, cuando algo te sensibiliza: no hay tiempo para amar, llorar, hacer luto, admirarse, adorar. La vida es otra cosa: la vida es avanzar, ¡y rápido!

El embrague. Las personas se han hecho amigas de este pedal porque permite poner los cambios cuando se aumenta la velocidad (varios ignoran que también se utiliza para rebajarla). Es el pedal que permite estar alerta, pero que no te compromete tanto. En caso de emergencia vas a poder frenar, pero de lo contrario, felizmente vas a poder seguir tu ritmo fantástico hacia la nada espiritual. El embrague es el pedal preferido de estos tiempos, sobre todo por su colaboración con el acelerador, ya que se suelta el embrague para acelerar y viceversa, son co-equipers en esta vida de rapidez emocional.

El freno. El olvidado y descuidado pedal del medio. Frenar no concuerda con el nuevo estilo de vida, espanta a quien no le queda otra que frenar. El freno es evitado constantemente, por eso las personas terminan chocando tan fuerte sus vidas: divorcios, suicidios, niños que se crían bajo la tutela de la calle, etc. El freno se usa en la emergencia y, como toda emergencia, se ruega no tener nunca una. Lamentablemente, las personas no frenan al llegar a cada esquina de su vida, es decir, al llegar a esos momentos importantes y primordiales que cruzan sus caminos con los de otras personas. Las intersecciones son pasadas por arriba con un simple vistazo y el embrague a fondo, pero el pedal de freno no se toca, no sea que vea al que viene por mi derecha y tenga que darle el paso, como pasa en un colectivo cuando sube un anciano y los de los primeros asientos miran por la ventanilla, o cuando un hijo recurre a sus padres llamando la atención pero estos están absortos en sus labores que requieren de su atención para poder darle lo mejor a sus retoños (obviamente, lo mejor va a ser lo más caro pero lo menos afectivo posible). El freno implica compromiso, lealtad, cooperación. Frenar no es simplemente bajar la velocidad, es detenerse a vivir la vida con sus dificultades y bellezas, y no todos están dispuestos a ello.

La caja de cambio
Este mecanismo permite darle más fuerza o más velocidad al vehículo. Como pudimos ver, está en relación con el pedal de embrague y muchos ignoran su capacidad para rebajar la velocidad sin tener que recurrir al freno. Pero hay otra de las funciones que es olvidada, la reversa.

La primera. Esta marcha la utilizamos para arrancar cada día. Empezamos con movimientos lentos y pesados, pero es por poco tiempo, la sociedad demanda rapidez, entonces, hay que acelerar.

De la segunda a la cuarta. A medida que vamos transitando, la velocidad nos empuja a utilizar estas marchas que a medida que suben, nos permiten ir más livianos y rápidos. En estas marchas andamos cotidianamente, pero como la primera, hay un empuje exterior interiorizado que nos incita a más, y estas marchas nos resultan tonteras, aunque hasta cierto punto mientras vamos en estas marchas alcanzamos a ver bastante lo que nos pasa alrededor.

Quinta a fondo. Éste es el ansiado cambio, el que la sociedad reclama hoy en día. La quinta es la que permite ir a la velocidad más alta de nuestras vidas, los caminos los recorremos en cuestión de segundos, la adrenalina nos invade y eso es algo bueno, es lo que debe pasarnos, es símbolo de que estamos vivos. La quinta nos incita a ver caminos borrosos porque la velocidad no nos da el tiempo suficiente para ver hacia los costados, ¡qué mejor que eso! Las personas utilizamos la quinta cuando salteamos etapas de nuestras vidas: cuando una niña queda embarazada antes de aprender que ser mujer es un arte; cuando alguien soluciona su vida con alcohol y drogas porque no conoce algo mejor ya que no tuvo tiempo de conocer a Dios en la forma y religión que sea; cuando creemos que podemos comprar la felicidad y sólo dedicamos nuestro tiempo al trabajo y descuidamos los afectos (total, con una casa inmensamente vacía de amor, ¿quién va a notarlo?). La quinta nos distorsiona la visión del mundo y no podemos usarla en cualquier parte, por eso escogemos las vías rápidas como autopistas exitistas, avenidas de poder, rutas universales de superficialidad y rutas personales a la infelicidad.

La reversa. Esta marcha, hablando en términos de legalidad vial, está permitida en escasas ocasiones. Ahora, si la llevamos a la vida, es más escueto su uso. La marcha atrás está asociada a la revisión de nuestras vidas y volver es algo que también evitamos. El dolor de lo pasado nos reprime el uso de esta marcha. No nos permitimos enmendar errores, ver qué hemos hecho mal, simplemente se nos dice que hay que dejar el pasado atrás y mirar hacia delante, escapando de todo lo anterior. La reversa es la que nos permite desandar el camino realizado erróneamente y pedir perdón, pero cuesta tanto pedir perdón, que es más sencillo avanzar ya que el mundo está lleno de gente y voy a poder reemplazar a ese amigo, hermana, primo, madre que lastimé. La reversa, si no es utilizada a tiempo, no sirve. Cuando he andado kilómetros perdido, ir marcha atrás probablemente no me solucione la vida, pero podré buscar un nuevo camino de retorno e intentaré no volver a recurrir a esas vías de acceso rápido pero de dificultosa salida.

Los espejos.
Estos artefactos son los que nos permiten ver otras realidades. Con los espejos podemos ver más allá de nuestro propio vehículo. Los espejos son ojeados por nosotros para ver un poco lo que pasa a nuestro alrededor y si eso va a afectar mi marcha. Miramos pero no observamos, es un simple mecanismo con el que nos mantenemos al tanto de lo que pasa pero, otra vez, no nos comprometemos, ya que no miramos directamente la realidad sino que vemos su reflejo. El espejo no nos devuelve una imagen completa del exterior sino que nos involucra escasamente reflejando un exterior en el que estamos inmersos pero sin hacernos protagonistas sino espectadores. Hay pobreza en el mundo: que los que están afuera se involucren y ayuden, yo soy un observador no más.

Los puntos ciegos. Los espejos nos reflejan una fracción de la realidad, como hacen los medios de comunicación. Los puntos ciegos son esas partes que quedan inaccesibles a la vista del conductor y que el conductor olvida. El punto ciego simboliza lo desconocido. El punto ciego representa la espiritualidad, la profundidad del ser. Este punto acompaña al hombre a donde vaya, pero sólo a veces presta toda su atención a lo que puede esconderse fuera de lo cotidiano expreso en los espejos. Los puntos ciegos puede resultar la salvación en algunos casos, tal vez al virar en una esquina, se sorprendan atropellando a Dios que venía a su derecha y estaba oculto en un punto ciego. Tal vez de esta manera se encarguen y responsabilicen del que han dejado de lado.

La mecánica.
La mecánica no es una mujer muy sexy que revisa el auto con vestimenta provocativa, sino el motor del automóvil. El hombre no presta mucha atención a lo que pasa por su corazón, el motor. Sólo se detiene a revisarlo cuando anda todo muy mal. No importan los pequeños ruiditos, sólo cuando ya no se quiere arrancar, ahí se lo lleva al mecánico. Debería ser obligatorio que hiciéramos más seguido un servis a nuestros motores. Ver cómo andamos, qué nos pasa. Es que mirarnos interiormente es muchísimo menos agradable que mirar las miserias ajenas. La velocidad no nos permite ver a otros, pero tampoco frenamos para que el motor se enfríe y podamos vernos un poco, descubrir cómo funcionamos y reencontrarnos con nosotros mismos. La mecánica es lo que nos mantiene en movimiento, pero es mejor ignorar su funcionamiento y ahorrarnos vivencias, alegrías con tal de no encontrarnos con angustias o recuerdos.

Señales
Las señales se encuentran al costado del camino. Ninguna te obliga, simplemente te indican la manera más apropiada y menos peligrosa. Se encuentran señales como PARE para indicar un posible desastre, CEDA EL PASO para indicar que es necesario prestar atención a quien necesita, flechas indicando RETORNO, carteles en los que te informan dónde estás con la famosa leyendo USTED ESTÁ AQUÍ (sólo hay que ver si la persona logra reconocer el resto de los elementos que lo rodean y cómo llegó a ese punto). Dios nos pone constantemente señales como éstas, semáforos, leyendas de velocidad máxima o nos avisa cuando se avecinan peligros.

¡A manejar! ...es decir, ¡A vivir!
Los anteriores son algunos de los elementos que los seres humanos tenemos para transcurrir. Cada uno tiene la llave de su propia vida. No hay un camino marcado, cada uno tiene la libertad de transitar, prestando o no atención a las señales que se presentan. Pero tenemos el volante de nuestras vidas en las manos, ahora deberíamos ponernos a pensar de qué forma circulamos por este mundo. Es tiempo de revisar nuestro motor para ponernos en marcha. Por las dudas, siempre circulemos con el cinturón de seguridad, por más que manejemos bien, la vida no la transitamos solos, sino con mucha gente alrededor y no sabemos cómo manejan ellos.


2 comentarios:

  1. Flor, la metáfora de la velocidad es muy atinada para comprender nuestro tiempo. De hecho te estoy escribiendo medio a las apuradas para atender las demandas de la flia. Es difícil organizarse para darle el lugar que merece cada cosa, ¿no? De todos modos soy un defensor a ultranza de la vida personal, que no puede subsumirse al trabajo o al desarrollo de un arte, un deporte o lo que fuera, por más que nos apasione. Debemos tener un espacio para reflexionar, para salirnos de la locura que implica "andar en quinta" todo el día, pues sino perdemos el dominio sobre quienes somos y terminamos no sabiendo para qué hacemos lo que hacemos. Felicitaciones por la nueva nota y por el empuje que va teniendo el blog!!

    ResponderEliminar
  2. Gracias Javi, un placer tenerte por acá, tenés esa capacidad de resumir en pocas palabras la esencia de las cosas. Un abrazo! (y de nuevo, gracias por el apoyo)

    ResponderEliminar

¿Qué te pareció?